domingo, 6 de diciembre de 2009
Un hombre que quizo ser Rey
No lo digo yo. Lo dice Enrique Krauze, un seudo-intelectual, palero de Televisa, que descalificó a Andrés Manuel López Obrador llamándole "el mesías tropical" pero que olvidó que, en el fondo, la lucha política del PRD era precisamente en contra del modelo político y económico de Carlos Salinas de Gortari.
En este documental, no sólo se escuchan las voces de izquierda sino también las voces de los panistas. Hasta Vicente Fox Quezada se queja de Salinas. Ese es el tamaño del fraude electoral que llevó a Carlos Salinas de Gortari hasta la silla presidencial.
Sin embargo, no hay que olvidar que el PAN le brindó legitimidad a Carlos Salinas durante todo su sexenio a cambio, obviamente, de permitirles ganar sus primeras elecciones municipales y estatales.
Tras la detención de Joaquín Hernández Galicia "La Quina", Salinas mandó un mensaje a sus adversarios políticos: o se alineaban con él, o terminaban en la cárcel (o muertos, como muchos militantes del PRD).
La política económica exterior de Carlos Salinas consistía en un neo-liberalismo económico, made in Harvard, que abogaba por la eliminación de impuestos y tazas arancelarias a la exportación y a la importación de productos y mercancías. El Tratado de Libre Comercio de Norteamérica es el símbolo innegable de dicha política.
Sin embargo, a nivel interno, las políticas neo-liberales implementadas por Carlos Salinas de Gortari sólo trajeron pobreza, desigualdad y desempleo. Los famosos "pactos" firmados entre sindicatos, gobiernos y empresarios llevaron a la devaluación sucesiva de los salarios mínimos, y con ello, a la reducción drástica del poder adquisitivo de todos los mexicanos.
El neo-liberalismo económico demanda una menor intervención del gobierno tanto en el sistema productivo nacional como en la prestación de servicios. De esta manera, Carlos Salinas comenzó con las privatizaciones de empresas para-estatales y empresas públicas. Sin embargo, tal como lo denuncia el Profesor Lorenzo Meyer, estas privatizaciones serían sumamente selectivas y tendrían como objetivo favorecer a los amigos y a los aliados de Salinas.
El dinero de las privatizaciones, apunta Enrique Krauze, se destinaría a pagar los intereses de la deuda externa y a poner en marcha el programa "Solidaridad", un programa populista de desarrollo social que llevó a Carlos Salinas de Gortari a obtener una mayor aceptación entre los sectores de clase media y media baja que habían votado, en 1988, por Cuauhtémoc Cardenas Solórzano.
Pero la puñalada por la espalda que asestó Carlos Salinas a estos sectores sociales vino con la reforma al Artículo 27 constitucional, la cuál otorgaba a los ejidatarios la libertad de poder vender sus tierras. "Poner en el mercado las tierras ejidales en épocas de crisis es como un crimen", afirma López Obrador, "porque cuando la gente no ve dinero y se le permite vender la tierra, eso es lo primero que hace". De esta manera, a la postre, los terratenientes campesinos, las grandes empresas agrícolas y las trasnacionales productoras de alimentos fueron los verdaderos beneficiarios de esta reforma.
Pero el salinato guardaba su sorpresa política más desagradable: no reconocer al PRD y anular sus victorias electorales. Los candidatos de oposición no competían contra el PRI en las elecciones sino contra todo el aparato del estado, una estructura socio-política que se nutría del dinero de las privatizaciones, y que era controlada por un sólo hombre: Carlos Salinas de Gortari.
Pero el sueño terminó con la aparición del Ejército Zapatista de Liberación Nacional quien demandaba, entre muchas otras cosas, la revisión del Tratado de Libre Comercio de Norteamérica y el respeto a la autonomía indígena.
Salinas asume una doble postura: anuncia públicamente una amnistía general a los insurrectos, pero también, aunque el documental no lo dice, intensifica el programa de entrenamiento de grupos para-militares en Chiapas. De nuevo, fiel a su estilo, intenta dar una puñalada en la espalda al movimiento insurrecto indígena.
Esa hipocrecía política que se acentuó en los últimos años de su administración como Presidente de la República es lo que hace a muchas personas sospechar que el propio Carlos Salinas de Gortari fue el autor intelectual del magnicidio de Luis Donaldo Colosio Murrieta.
Algo sabía de todo esto José Francisco Ruíz Massieu, al grado de ser silenciado. Algunas voces insisten en señalar que Carlos Salinas fue quien dio las órdenes de asesinar tanto a Colosio como a Ruíz Massieu. Hasta la fecha, ninguna autoridad judicial se ha atrevido a señalar la probable participación de Salinas de Gortari en dichos crímenes.
Carlos Salinas de Gortari terminó su sexenio en la cuerda floja y tuvo que salir del país, odiado, abucheado y repudiado por cientos de miles de mexicanos. El político que se sintió un día Rey ha perdido su corona debido a sus propias decisiones.
Él es el padrino político de Enrique Peña Nieto. Y esto es lo que nos espera, de nuevo, si Peña Nieto se convierte en Presidente.
Saludos.