No lo digo yo. Lo dice y corrobora el periodista Álvaro Delgado, en su más reciente artículo publicado en la revista Proceso, el cual, por ser tan importante, presentamos de manera íntegra:
El 3 de agosto del año pasado, un mes después de las elecciones, se escribió en este espacio: “Entre impotentes y resignados, los propios panistas asumen que, en menos de tres años, el gobierno de Felipe Calderón está exhausto, rendido, agonizante y aceptan que, después de la catástrofe electoral del 5 de julio, la capitulación menos costosa es ante el Partido Revolucionario Institucional (PRI) porque lo contrario implica una ignominiosa caída en medio de un país que él ha destazado.
“Por eso reaparece, exultante, Carlos Salinas. Para asumir el control. No sólo del PRI, que ya lo tiene, pese a los pataleos de Beatriz Paredes. También la conducción real del PAN.
“Salinas es ya el administrador del poder en México. Y el gran elector en ambos partidos: En el PRI, Enrique Peña Nieto, al que ya se le cree escriturada la Presidencia de la República, y cualquiera en el PAN, que al fin será sólo comparsa: Juan Manuel Oliva, Ernesto Cordero o, como se perfila, Alonso Lujambio Irazábal, un ‘peñanietito’ cualquiera.
“Las cosas, pues, se van acomodando.
“Y por eso hay que darle la bienvenida a Carlos Salinas, quien públicamente se coloca como el jefe de jefes del entramado de intereses al que Calderón no sólo ya no es funcional, sino estorboso.
“Después de aisladas apariciones, para ir dejando atrás el exilio al que lo obligó el repudio popular --que no ha amainado--, Salinas irrumpe para salvar el resto del sexenio de Calderón, que será ‘presidente’ sólo formalmente y para efectos de desahogar, legalmente, la agenda legislativa que orquestará el nuevo gerente de las elites.
“¿Qué agenda? Por supuesto una que no será en beneficio de la mayoría de los mexicanos, sino del grupo depredador que está instalado en el poder desde 1982 y del que Salinas ha sido, desde entonces, personaje central, particularmente después del fraude de 1988 y el cogobierno que estableció con el PAN para ‘legitimarse en el ejercicio del poder’.
“Por eso no hay que perder de vista los puntos comunes de las agendas del PRI y del PAN, particularmente la del segundo, en especial la que tiene que ver con el sector energético cuyo esquema privatizador fue, en general, vencido el año pasado (2008), pero que en el siguiente o los siguientes periodos legislativos se pretende volver a impulsar para beneficiar a los magnates que encumbró el salinismo.
(…) Por supuesto que la agenda de Salinas no se limita a seguir depredando los recursos de la nación, sino también a poner remedio a algo que tiene enfurecidas a las elites por la torpeza de Calderón: La carnicería entre las bandas del crimen organizado y los cuerpos policíacos, que ya toca también al Ejército. Y no porque a los magnates les interesen las violaciones a los derechos humanos que comete la tropa, a menudo contra la población más vulnerable, sino porque le minan sus ganancias las extorsiones y los secuestros.
“Salinas ofrece administrar también, como lo hizo en su sexenio, el crimen organizado para que opere con acotamientos y sin causar matazones, secuestros, extorsiones y balaceras de manera indiscriminada, así como en el Estado de México de Peña Nieto. Al fin que, para él, política y crimen son sinónimos.
“¿A quiénes identifica Salinas como obstáculos para ese afán desnacionalizador? Evidentemente no a los serviles priistas ni a sus cómplices del PAN, sino a quienes frenaron, en el terreno de las ideas, la primera intentona --el año pasado (2008)--, en el debate convocado por la Cámara de Senadores, y con la movilización popular.
“¿Y por qué reaparece Salinas justamente en Oaxaca, cuyo gobierno de Ulises Ruiz no escatimó atenciones? La maniobra no puede ser más nítida: Fue a identificar a su oponente político real, de gira por los municipios gobernados por usos y costumbres: Andrés Manuel López Obrador.
“Guste o no, esa es la real disputa…”
Siete meses después, ratifico lo que escribí, con el añadido de que se suma al elenco de prospectos presidenciales del PAN el secretario de Desarrollo Social, Heriberto Félix, y sobre todo el impúdico trueque PRI-PAN para aumentar los impuestos a cambio de que el PAN franquee el paso a Peña Nieto, del que hay inclusive constancia documental.
Es decir, la influencia de Salinas en los dos partidos y los dos gobiernos es inequívoca: Apoderado y asesor principalísimo de Peña Nieto, que también incluye al tío de éste Alfredo del Mazo, ha contado para sus arreglos en el PAN con Diego Fernández de Cevallos y Fernando Gómez Mont, cuyos contubernios vienen desde hace casi un cuarto de siglo.
Gómez Mont, cuya renuncia al PAN fue una pantomima que sus amanuenses tratan de dar rango de honorable, firmó como “testigo de honor” el pacto con Peña Nieto, el 30 de octubre, dos meses después del cuarto informe de gobierno de éste, en cuya ceremonia diseñada para la televisión participó, como “invitado de honor”, nada menos que Fernández de Cevallos.
Poco después de la falsa renuncia de Gómez Mont al PAN y antes de conocer a detalles el contubernio para franquearle el paso a Peña Nieto, un amigo de Fernández de Cevallos, Juan José Rodríguez Prats, le dijo al reportero: “Siento que Diego ya arrió sus banderas de panista”.
--De plano.
--De plano. Ir al informe de gobierno de Enrique Peña Nieto es una traición. Peña Nieto es el candidato de la ultraderecha, detrás de él están los intereses más nefastos y sucios del país. ¡Cómo puede ir!
Contó que, después de que supo que asistió al cuarto informe de Peña Nieto, habló por última vez con Fernández de Cevallos: “Le dije que tenga autoestima: ‘Qué desgracia que tu lema de un México sin mentiras sea una mentira’.”
--¿Qué le respondió?
--Nada. Se quedó callado.
Y esa es la historia real de lo que ocurre en la política de México en nuestros días. Por supuesto, los medios de información guardan silencio de todas estas marranadas, hasta muy pronto, cuando Carlos Salinas de Gortari presente su nuevo libro y se convierta, no sólo en el verdadero gobernante de México, sino en una especie de gurú político que atienda todos los problemas del país y encuentre soluciones para ellos.
El paso siguiente, por supuesto, será presentar oficialmente a su ahijado político Enrique Peña Nieto, e imitando a Vicente Fox, nos diga que si seguimos por ese camino, México será un país mejor. Así de vomitivo y de patético. Pero ustedes, sigan votando por el PRI.
Saludos.